Hola a todos, y bienvenidos nuevamente. Hoy vamos a hablar de la artritis reumatoide, una enfermedad que, al escuchar su nombre, puede parecer implacable y temida. Pero no te preocupes, ya que en esta oportunidad te brindaremos las mejores alternativas para obtener los mejores resultados.
La artritis reumatoide es una condición crónica y progresiva que afecta principalmente las articulaciones, y aunque es una enfermedad que actualmente no tiene cura, hay tratamientos disponibles que pueden ayudar a controlar sus síntomas y mejorar la calidad de vida.
Descubre cómo se puede manejar esta enfermedad mediante los medicamentos disponibles en la actualidad, y cómo estos tratamientos pueden ayudar, pero también si te quedas hasta el final, encontrarás una solución natural y altamente efectiva de la que nadie está hablando y que ha mostrado excelentes resultados.
¡Empecemos!
Para entender cómo los medicamentos pueden ayudar a combatir la artritis reumatoide, primero necesitamos conocer cómo funciona esta enfermedad. La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune de carácter sistémico que provoca la inflamación crónica de las articulaciones, lo que puede llevar a su destrucción gradual.
En términos simples, el sistema inmunológico del cuerpo comienza a atacar erróneamente sus propias proteínas, que se encuentran en las articulaciones. Este ataque provoca una inflamación severa, migración de células defensivas y liberación de sustancias que contribuyen a la degradación de las articulaciones.
Aines – Antiinflamatorios no esteroideos
Los primeros medicamentos que se utilizan para tratar la artritis reumatoide son los antiinflamatorios no esteroideos, comúnmente conocidos como AINEs. Aunque el término puede sonar técnico, es probable que estés familiarizado con fármacos como el ibuprofeno o el naproxeno. Estos medicamentos funcionan inhibiendo una proteína llamada ciclooxigenasa (COX), que está involucrada en el proceso inflamatorio.
Existen dos variantes principales de esta proteína: COX-1 y COX-2. La COX-2 es la que más se afecta por la inhibición de los AINEs, mientras que la COX-1, que se encuentra en el estómago, desempeña un papel crucial en la protección de la mucosa gástrica del ambiente ácido. La inhibición de COX-1 puede llevar a efectos adversos comunes, como la gastritis.
Entre los AINEs clásicos, tenemos:
- Ibuprofeno: una dosis terapéutica y recomendada es de 600 miligramos cada 8 horas para adultos.
- Naproxeno: La dosis recomendada es de 550 miligramos cada 12 horas.
- Diclofenaco: Se suele administrar 50 miligramos cada 12 horas.
Estas dosis pueden ajustarse según la respuesta del paciente. Los efectos secundarios más comunes incluyen gastritis, hipertensión y problemas renales, siendo estos últimos derivados de la contracción de los vasos sanguíneos
Entre los COX-2 selectivos, destacan:
- Celecoxib: Se recomienda una dosis de 200 miligramos cada 12 horas.
- Etoricoxib: Se puede tomar entre 90 y 120 miligramos al día, dependiendo del paciente.
- Corticoides
Ahora hablamos sobre los corticoides, son conocidos por su potente capacidad para reducir la inflamación en diversas situaciones, desde brotes anafilácticos hasta inflamaciones pulmonares. En la artritis reumatoide, los corticoides también pueden ser una opción para controlar la inflamación.
El mecanismo de acción de los corticoides es complejo, pero lo esencial a entender es que no solo son antiinflamatorios, sino también inmunosupresores. Esto significa que, además de reducir la inflamación, los corticoides suprimen la activación y multiplicación del sistema inmune, disminuyendo así la inflamación. Son muy eficaces para controlar los brotes de la enfermedad. Sin embargo, su uso prolongado puede tener efectos adversos significativos, por lo que se recomienda utilizarlos para manejar los episodios agudos y retirarlos gradualmente una vez que la inflamación disminuye.
Algunos corticoides comúnmente prescritos incluyen la prednisona y la dexametasona. Los efectos secundarios más frecuentes de estos medicamentos son osteoporosis, aumento del azúcar en sangre que puede llevar a diabetes, infecciones debido a la inmunosupresión, cataratas y el síndrome de Cushing, que se caracteriza por una redistribución anormal de la grasa corporal hacia el abdomen, el cuello y la cara.
Los FAME – fármacos modificadores de enfermedad
Además de los corticoides, hay medicamentos que se utilizan para tratar la artritis reumatoide de manera continua o de emergencia. Estos son los fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad, más conocidos como FAMEs. Este grupo de medicamentos se divide en dos categorías principales: los convencionales y los dirigidos. Los FAMEs dirigidos son más modernos, pero primero abordaremos los convencionales.
CONTINUEMOS CON EL CUARTO MEDICAMENTO USADO DE NUESTRA LISTA DE 7, el metotrexato. Además, no olvides que hemos dejado para el final una recomendación extra y muy valiosa…
EL Metotrexato
Uno de los FAMEs convencionales más utilizados es el metotrexato. Este medicamento actúa inhibiendo la enzima dihidrofolato reductasa, que está involucrada en la formación de las bases del ADN. Al hacerlo, el metotrexato afecta principalmente a los tejidos que se están reproduciendo rápidamente, como el sistema inmune. Esto lo convierte en una opción terapéutica clave en el manejo de la artritis reumatoide.
El metotrexato puede provocar efectos secundarios como náuseas, diarrea, dolor abdominal, llagas en la boca y úlceras. Además, aumenta los niveles de adenosina en el cuerpo, lo que contribuye a la reducción de proteínas inflamatorias como el TNF-alfa.
Inicialmente, se suele administrar una dosis de 0,3 miligramos por kilo de peso a la semana, aumentando gradualmente hasta 20-25 miligramos semanales para mejorar la tolerancia.
Es importante destacar que el metotrexato está contraindicado durante el embarazo, ya que puede causar malformaciones, y también debe evitarse durante la lactancia. Además, el consumo de alcohol debe ser evitado mientras se toma metotrexato, ya que puede llevar a efectos adversos graves, especialmente en el hígado.
A pesar de ser el tratamiento más utilizado, no todos los pacientes toleran el metotrexato, por lo que existen otras alternativas. Una de ellas, que ganó notoriedad durante la pandemia de SARS-CoV-2, es la hidroxicloroquina.
La hidroxicloroquina
Este fármaco se toma en dosis de 200 a 400 miligramos al día, dependiendo de la respuesta del paciente, y puede ser administrado en una o dos tomas diarias. Uno de los nombres comerciales es Plaquenil.
El mecanismo de acción de la hidroxicloroquina no está completamente claro, pero se cree que puede modificar los mecanismos de reconocimiento entre las células del sistema inmune. Al igual que el metotrexato, los efectos secundarios más comunes son náuseas, vómitos y diarrea. Sin embargo, un efecto adverso característico puede requerir la revisión o suspensión del tratamiento. Es importante estar consciente de los posibles efectos adversos de cada medicamento.
Por ejemplo, con la hidroxicloroquina, uno de los efectos secundarios notables son los problemas en la córnea, que pueden llevar a pérdida de visión o visión borrosa. También se pueden presentar reacciones cutáneas graves acompañadas de fiebre.
Otro fármaco convencional es la sulfasalazina.
La sulfasalazina
Aunque su mecanismo de acción en el tratamiento de la artritis no está completamente claro, se cree que está relacionado con la formación de leucotrienos, que son sustancias que inhiben la inflamación.
Este medicamento se administra inicialmente en dosis de 500 miligramos al día, generalmente junto con una comida para reducir los efectos secundarios. La dosis puede incrementarse gradualmente hasta alcanzar 1 gramo, y en casos graves, hasta 3 gramos diarios.
Las reacciones adversas comunes incluyen náuseas, diarrea y vómitos. Además, no se recomienda su uso durante el embarazo ni la lactancia, ya que sus metabolitos pueden pasar a la leche materna.
El último fármaco convencional es la leflunomida, conocida bajo la marca Arava.
La leflunomida
Su mecanismo de acción es similar al del metotrexato, al interferir en la formación del ADN, afectando principalmente a los tejidos con alta tasa de reproducción celular, como las mucosas y el sistema inmune. El tratamiento generalmente comienza con una dosis de carga de 100 miligramos durante 3 días (equivalente a 5 comprimidos al día), y luego se reduce a 20 miligramos diarios según la respuesta del paciente.
Al igual que con otros FAMEs, las reacciones adversas frecuentes incluyen llagas, diarrea y náuseas. El uso de leflunomida está estrictamente contraindicado durante el embarazo debido al riesgo de malformaciones graves y debe ser evitado también durante la lactancia, ya que el medicamento se acumula en el organismo.
En el tratamiento de la artritis reumatoide, es crucial considerar todas las opciones disponibles. Aunque los medicamentos convencionales y los FAMEs dirigidos ofrecen beneficios significativos, también pueden presentar efectos adversos que complican su uso a largo plazo.
Es importante, consultar a un profesional médico, antes de usar cualquier medicamento mencionado anteriormente.
¿Recuerdas que te prometí hablar sobre una solución natural y altamente efectiva de la que nadie habla y con menos efectos secundarios? Pues se trata del cannabis medicinal.
Cannabis Medicinal para la Artritis Reumatoide
El cannabis ha demostrado ser una opción prometedora para manejar la artritis reumatoide, gracias a sus propiedades antiinflamatorias y analgésicas. Primero, déjame contarte que el cannabis medicinal contiene compuestos llamados cannabinoides, siendo los más conocidos el THC y el CBD. El CBD, en particular, es muy apreciado por sus propiedades antiinflamatorias y analgésicas, lo que significa que puede ayudar a reducir tanto la inflamación como el dolor en las articulaciones afectadas por la artritis reumatoide.
Además, estudios recientes han demostrado que el cannabis medicinal puede ayudar a mejorar la movilidad de las articulaciones. Esto es crucial porque la rigidez matutina es uno de los síntomas más comunes y molestos de la artritis reumatoide. Al mejorar la movilidad, las personas pueden empezar su día con menos dificultad y más comodidad.
Un aspecto muy positivo del cannabis es su perfil de seguridad. A diferencia de muchos medicamentos tradicionales para la artritis reumatoide, el cannabis no parece tener los mismos efectos secundarios graves. Por ejemplo, los fármacos convencionales pueden causar problemas gastrointestinales, aumento de peso y hasta daño hepático con el uso prolongado, mientras que el cannabis tiene un riesgo mucho menor en estos aspectos.
También es importante mencionar que, aunque la planta no cura la artritis reumatoide, puede ser una herramienta muy útil en el manejo de los síntomas. Al combinarse con otros tratamientos y cambios en el estilo de vida, como el ejercicio y una dieta equilibrada, puede ofrecer un alivio significativo y una mejor calidad de vida. Esto lo convierte en una opción muy atractiva para quienes buscan un alivio efectivo sin comprometer su salud a largo plazo.