Cuando una persona consume cannabis, de manera inhalada, uno de los compuestos activos presentes en la planta, conocido como THC, ingresa al torrente sanguíneo a través de los pulmones. Desde allí, éste viaja por el sistema circulatorio hasta alcanzar el cerebro, donde interacciona con los receptores endocannabinoides.
Estos receptores se encuentran en áreas cruciales del cerebro que controlan funciones como la concentración, el pensamiento, la percepción del tiempo, la coordinación motora, la memoria y la experiencia de placer sensorial.
La activación de estos receptores por el THC es responsable de la sensación del «colocón» que las personas experimentan al consumir marihuana. Sin embargo, más allá de inducir un estado mental alterado, la planta ejerce una serie de efectos adicionales.
En los Estados Unidos, según una encuesta realizada en 2018, se reveló que 1 de cada 8 adolescentes de entre 12 y 17 años había consumido marihuana en el último año. Por otro lado, hasta 2021 había 1,5 millones de consumidores de cannabis en Colombia. A nivel global, 147 millones de personas reconocen consumir la planta; es decir, 2,5% de la población mundial según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En el último año de la escuela secundaria, se estima que aproximadamente 1 de cada 16 adolescentes consume o está bajo los efectos de la marihuana todos los días, en la mayoría de países donde se conoce que hay consumo y abuso de la sustancia. Esto plantea la pregunta: ¿Cuál es el problema? Después de todo, incluso individuos altamente inteligentes han experimentado con el cannabis, ¿no es cierto?.
La respuesta del cerebro frente a los efectos del THC puede afectar significativamente la atención, la memoria y la capacidad de aprendizaje. Estos efectos pueden perdurar durante varios días, lo que no sería un problema grave si el cerebro funcionara como una máquina. Sin embargo, el cerebro es un órgano vivo y, en el caso de los adolescentes, aún se encuentra en proceso de maduración.
Según los datos más recientes el cerebro humano necesita alrededor de 25 años para alcanzar su madurez completa. Por lo tanto, cuando los adolescentes y los adultos debaten temas, a menudo llegan a conclusiones diferentes. Esto tiene una base biológica: los adultos tienen una corteza prefrontal completamente desarrollada, la parte del cerebro responsable del juicio y la capacidad de prever las consecuencias a largo plazo. En cambio, la corteza prefrontal de los adolescentes todavía está en desarrollo, lo que los hace más susceptibles a las influencias emocionales y los miedos que emanan del sistema límbico, que ya está completamente desarrollado.
Si un cerebro en desarrollo se expone regularmente a altas concentraciones de THC, existe la posibilidad de que la parte del cerebro encargada de regular las emociones no alcance su máximo potencial. Esto puede tener consecuencias a largo plazo en términos de inteligencia, capacidad de aprendizaje y juicio. Por ejemplo, un estudio que siguió a individuos desde los 13 años durante 25 años descubrió que aquellos que consumían marihuana de forma regular perdían en promedio 5.8 puntos de su coeficiente intelectual al llegar a la edad adulta. Dado a que el coeficiente intelectual en promedio es de 100, esta pérdida podría tener un impacto significativo en las oportunidades educativas y laborales.
Sin embargo, los efectos negativos de la marihuana no se detienen ahí. También hay evidencia que sugiere que algunos adolescentes que la consumen tienen un mayor riesgo de desarrollar depresión o incluso psicosis. La psicosis altera la forma en que el cerebro procesa la información, llevando a una desconexión con la realidad, donde las personas pueden ver y escuchar cosas que no existen y perder completamente el contacto con la realidad.
Impacto de la marihuana en el cerebro
El impacto del cannabis en el cerebro, particularmente en los adolescentes, es un tema de creciente interés y preocupación. A medida que la legalización y la disponibilidad del cannabis aumentan en muchas partes del mundo, es esencial comprender en profundidad sus efectos y las implicaciones que conlleva para la salud mental y el desarrollo cognitivo.
El cerebro humano es una estructura asombrosa en constante evolución, y el período de la adolescencia es crítico en este proceso. Durante la adolescencia, se están produciendo cambios importantes en el cerebro, como la poda sináptica y la mielinización, que permiten un procesamiento cognitivo más eficiente. Es precisamente en esta etapa donde el cerebro se vuelve más vulnerable a las influencias del entorno, incluyendo el consumo de sustancias psicoactivas como el THC.
Los efectos a largo plazo del cannabis en el cerebro aún no se comprenden completamente, pero las investigaciones muestran que el consumo regular y temprano de marihuana puede tener un impacto negativo en el desarrollo cerebral. Por ejemplo, el THC puede interferir con la formación de conexiones neuronales y la comunicación entre las células cerebrales, lo que podría afectar la memoria a largo plazo, la toma de decisiones y la capacidad de concentración.
La regulación de la marihuana y la educación sobre su uso responsable son cuestiones cada vez más relevantes. Es esencial que los jóvenes y sus padres estén informados sobre los riesgos asociados con el consumo de la planta, así como sobre las leyes y regulaciones vigentes en su país.
¿Pero todo es malo? ¿La marihuana no tiene usos terapéuticos en los adolescentes?
Si bien ya hemos mencionado los efectos negativos que tiene la marihuana en el cerebro de los adolescentes, es importante también explorar los posibles aspectos positivos y los usos terapéuticos que podría tener el tetrahidrocannabinol (THC) en los jóvenes. Aunque el consumo de THC en adolescentes con fines recreativos debe abordarse con precaución, hay situaciones en las que este compuesto puede ofrecer beneficios terapéuticos.
En primer lugar, el THC ha demostrado tener propiedades analgésicas. Para algunos adolescentes que enfrentan condiciones médicas crónicas dolorosas, como la fibromialgia o el síndrome de dolor crónico, el cannabis medicinal con bajo contenido de THC podría ofrecer alivio sin los efectos secundarios de los analgésicos tradicionales. Esto podría mejorar significativamente su calidad de vida y bienestar.
Además, se ha investigado el uso del THC en adolescentes que padecen trastornos convulsivos graves, como el síndrome de Dravet o la epilepsia refractaria. El CBD, un compuesto relacionado presente en el cannabis, ha sido particularmente efectivo en el tratamiento de las convulsiones en algunos casos, y el THC podría desempeñar un papel complementario en ciertas situaciones.
Otro posible uso terapéutico del THC en adolescentes se encuentra en el ámbito de la salud mental. Algunos estudios sugieren que el cannabis podría ayudar a aliviar los síntomas del trastorno de ansiedad social o el trastorno de estrés postraumático, en algunos jóvenes.
El THC también puede ofrecer un alivio potencial para los adolescentes que luchan contra náuseas y pérdida de apetito debido a tratamientos médicos, como la quimioterapia. La capacidad del cannabis para estimular el apetito y aliviar las náuseas ha sido beneficiosa en pacientes adultos en situaciones similares.
También es importante destacar que la investigación sobre el cannabis continúa evolucionando, y nuevos hallazgos se están descubriendo constantemente. Esto resalta la importancia de promover una toma de decisiones informada y basada en la evidencia.
Debemos abordar el tema del consumo de cannabis en adolescentes de manera equilibrada y objetiva. Si bien es cierto que existen algunas posibles aplicaciones médicas para el cannabis, particularmente a través de derivados como el cannabidiol (CBD), es crucial comprender que el consumo de marihuana, en dosis no moderadas en la adolescencia, conlleva riesgos significativos para el desarrollo cognitivo y la salud mental, como mencioné anteriormente.
La investigación sobre este tema continúa evolucionando, y se necesita un enfoque cauteloso y basado en la evidencia para evaluar los riesgos y beneficios de cualquier tratamiento con THC en adolescentes.
En última instancia, la educación y la toma de decisiones informadas son cruciales al abordar el tema del uso del cannabis en adolescentes. Los jóvenes deben estar al tanto de los riesgos y las consecuencias potenciales de su consumo, y es esencial que los adultos y la sociedad en general desempeñen un papel en la promoción de un enfoque equilibrado y basado en la evidencia con respecto al cannabis. El diálogo abierto y la educación son herramientas fundamentales para guiar a los adolescentes hacia decisiones saludables y responsables en relación al cannabis.
¿Cuáles son tus opiniones sobre este tema? ¿Has tenido experiencias con el cannabis durante tu adolescencia? En caso afirmativo, ¿crees que afectó tu mente de alguna manera? Estamos interesados en conocer tus experiencias y pensamientos, así que no dudes en compartirlos en la sección de comentarios.