Hoy queremos hablarte sobre tres sustancias psicoactivas que están profundamente arraigadas en nuestra sociedad: el alcohol, el tabaco y el cannabis. Además, cuales son sus riesgos y cómo afectan a nuestra vida diaria.
A lo largo de la historia, estas sustancias han sido objeto de consumo generalizado, pero cada una de ellas tiene características, riesgos y efectos muy distintos sobre la salud y la vida de las personas. Lo que hace interesante este tema no solo son los riesgos inherentes a su consumo, sino también cómo han sido percibidas y tratadas por la sociedad.
En esta oportunidad, no solo exploraremos los peligros asociados a estas sustancias, sino que también nos detendremos en algunas estadísticas que nos ayudarán a dimensionar su impacto y además, reflexionaremos sobre la estigmatización que ha afectado especialmente a los usuarios de cannabis y la planta en sí. Y adicionalmente, mencionaremos el potencial del cannabis medicinal y compuestos como el CBD para ayudar a personas con problemas de dependencia.
Alcohol: La Droga Socialmente Aceptada
El alcohol ha estado presente en la historia de la humanidad durante miles de años, siendo parte de celebraciones, rituales y encuentros sociales. Actualmente, millones de personas consumen alcohol en todo el mundo, y su estatus legal y aceptación social lo han convertido en una droga omnipresente. Como muchos dirían en una tono irónico: «es la causa y solución de muchos de los problemas de la vida.»
Sin embargo, lo que muchas veces se pasa por alto son las consecuencias devastadoras que puede tener el consumo de alcohol. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se registran más de 3 millones de muertes relacionadas con el consumo de ésta sustancia. Esto se debe a una serie de enfermedades y trastornos, como problemas en el sistema digestivo, enfermedades cardiovasculares y daños cerebrales, además de accidentes de tráfico y episodios de violencia inducidos por el consumo excesivo.
Se estima que alrededor del 16% de los consumidores de alcohol desarrollan dependencia, lo que convierte al alcohol en una de las sustancias más adictivas que existen.
Dejar de consumir alcohol es un proceso muy difícil para las personas que desarrollan una adicción, ya que el síndrome de abstinencia puede ser extremadamente severo. Los síntomas incluyen ansiedad, taquicardia, hipertensión, fiebre, sudoración y, en casos más graves, el «delirium tremens», una condición que puede causar alucinaciones y poner en peligro la vida del paciente si no recibe tratamiento adecuado.
El alcohol también está profundamente asociado a problemas sociales. Las familias se ven afectadas por el abandono, la violencia doméstica y las dificultades económicas derivadas de la adicción. A pesar de todo esto, el consumo de alcohol sigue siendo normalizado y promovido socialmente.
Es común ver alcohol en cualquier tipo de celebración, desde bodas hasta fiestas infantiles, lo que demuestra la desconexión entre los riesgos conocidos y la aceptación generalizada de su consumo.
Tabaco: El Asesino Silencioso
El tabaco es otra droga legal ampliamente aceptada, aunque, a diferencia del alcohol, la percepción social hacia su consumo ha cambiado en las últimas décadas debido a las campañas antitabaco y la regulación más estricta en muchos países. Aun así, el tabaco sigue siendo responsable de más muertes que cualquier otra sustancia psicoactiva.
Se estima que más de 8 millones de personas mueren cada año a causa del tabaco, de las cuales 7 millones fallecen por su consumo directo y 1.2 millones debido a la exposición pasiva al humo. Las enfermedades relacionadas con el tabaco incluyen cáncer de pulmón, enfermedades cardiovasculares, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y una serie de infecciones respiratorias. Además, el tabaco genera una carga económica monumental, tanto por los costos de tratamiento médico de los afectados como por la pérdida de productividad debido a la mortalidad prematura.
El 32% de las personas que consumen tabaco desarrollan adicción, lo que lo convierte en una de las sustancias más difíciles de dejar. El tabaco es adictivo debido a la nicotina, un compuesto que estimula los receptores cerebrales, generando dependencia física y psicológica. A pesar de las advertencias y las imágenes aterradoras en los paquetes de cigarrillos, el consumo sigue siendo elevado en muchas partes del mundo.
Una de las grandes ironías del tabaco es su aceptación social frente a su peligrosidad. Mientras que fumar en espacios cerrados está prohibido en muchos lugares, aún es común ver a personas fumando en parques, paradas de autobuses o incluso cerca de niños.
No deja de sorprender cómo, a pesar de la abrumadora evidencia de sus efectos nocivos, su consumo sigue siendo tolerado e incluso defendido por algunos sectores.
Cannabis: Realidades y Mitos
Finalmente, llegamos a hablar del cannabis, la sustancia ilícita más consumida en el mundo. En 2018, se estimó que más de 198 millones de personas consumieron cannabis. A pesar de este alto número de usuarios, el cannabis tiene un perfil de riesgos muy distinto al del alcohol o el tabaco, y, hasta el día de hoy, no se han registrado muertes directamente asociadas a su consumo.
Se estima que menos del 10% de los usuarios de cannabis desarrollan dependencia, aunque es importante señalar que esta dependencia es principalmente psicológica, a diferencia de la física que provocan el alcohol y el tabaco. Los síntomas de abstinencia en el caso del cannabis incluyen irritabilidad, ansiedad, pérdida de apetito, insomnio y mal humor. Estos síntomas suelen alcanzar su punto máximo durante las dos primeras semanas después de dejar de consumir y desaparecen por completo después de un mes.
Uno de los aspectos más interesantes del cannabis es cómo se ha estigmatizado a lo largo de los años. Durante el siglo XX, en gran parte debido a campañas de desinformación y la demonización de la planta, los consumidores de cannabis fueron retratados como personas peligrosas, perezosas y descuidadas. Esta estigmatización ha llevado a muchos a equiparar el consumo de cannabis con el de otras sustancias mucho más peligrosas, como el alcohol o las drogas duras.
Sin embargo, a medida que más estudios sobre el cannabis han salido a la luz, ha quedado claro que no es tan peligroso como se creía. De hecho, la ONU ha reconocido las propiedades terapéuticas del cannabis, y muchos países han comenzado a despenalizar su uso recreativo y medicinal.
El cannabis tiene un potencial terapéutico que incluye el alivio del dolor crónico, la reducción de la ansiedad, el tratamiento de trastornos del sueño y el manejo de síntomas relacionados con enfermedades como la epilepsia y el cáncer.
Riesgos del Consumo de Cannabis
Aunque el cannabis tiene un perfil de riesgo más bajo que el alcohol y el tabaco, esto no significa que esté exento de peligros. Uno de los principales riesgos asociados al consumo de cannabis tiene que ver con el sistema respiratorio. Al fumar la planta, se generan altas temperaturas que liberan sustancias nocivas, como el alquitrán, que pueden irritar los pulmones y derivar en enfermedades como la bronquitis crónica. Para mitigar este riesgo, se recomienda optar por métodos de consumo alternativos, como vaporizadores, aceites o comestibles.
Otro riesgo es el síndrome de hiperemesis cannabinoide, una condición que causa vómitos y náuseas recurrentes en personas que consumen grandes cantidades de THC o productos con concentraciones muy altas de este compuesto. En estos casos, la abstinencia es la única solución, y una vez que la persona deja de consumir cannabis, los síntomas desaparecen.
Finalmente, está el tema de la esquizofrenia. Aunque el cannabis no causa esta enfermedad, puede desencadenar episodios psicóticos en personas que ya tienen una predisposición genética. Si alguien tiene antecedentes familiares de esquizofrenia, se recomienda evitar el consumo de cannabis o, al menos, consumir productos con bajas concentraciones de THC, el compuesto responsable de los efectos psicoactivos.
Como hemos visto, el alcohol, el tabaco y el cannabis tienen riesgos y efectos muy diferentes en nuestro cuerpo y nuestra sociedad. Sin embargo, lo que más destaca es la hipocresía y la desigualdad en la forma en que se perciben y regulan. Mientras que el alcohol y el tabaco son aceptados socialmente a pesar de sus enormes costos en términos de salud pública y vidas perdidas, el cannabis sigue siendo estigmatizado y criminalizado en muchos lugares.
Es hora de cambiar esta perspectiva. Como comunidad, en Cannamedicol, buscamos educar a la población sobre los verdaderos riesgos del cannabis y promover un consumo responsable y bien informado.
También es importante destacar que el cannabis puede ser una herramienta útil para las personas que luchan contra la dependencia de sustancias como el alcohol o el tabaco. Estudios recientes han demostrado que el cannabis medicinal y compuestos como el CBD pueden ayudar a reducir los síntomas de abstinencia y promover una recuperación más saludable.