¿Qué hay detrás de una adicción? Hoy, en este nuevo episodio de Cannamedicol Podcast exploramos el trasfondo emocional, psicológico y espiritual de las adicciones.
Desde el enfoque humanista de Gabor Maté hasta la mirada simbólica de Carl Jung, entenderemos cómo experiencias tempranas, traumas no resueltos y la desconexión con uno mismo pueden dar lugar a comportamientos adictivos. Si buscas comprender más allá del consumo, esta nota es para ti.
Cuando hablamos de adicción, muchas personas piensan en una debilidad moral, una falta de voluntad o un simple vicio. Sin embargo, cada vez más voces se alzan para decir: la adicción no es el problema, es la consecuencia de un problema mucho más profundo. Y hoy queremos mirar más allá del síntoma, hacia lo que verdaderamente nos duele.
¿Qué lleva a una persona a destruirse a través del consumo? ¿Qué busca realmente alguien al encender un cigarrillo, al tomarse una copa tras otra o al depender de una sustancia como la marihuana?
Para empezar, tomemos las palabras del médico y psiquiatra Gabor Maté, uno de los referentes más importantes cuando hablamos de adicción desde un enfoque compasivo y humano. Él plantea un enfoque poderoso: No preguntes por qué la adicción, sino por qué el dolor.
Y eso cambia completamente la perspectiva.
Porque si algo tienen en común las personas que luchan con una adicción, es el sufrimiento emocional. Muchas veces, ese dolor nace en la infancia, en experiencias traumáticas, en vínculos rotos, en entornos donde no se aprendió a gestionar las emociones de manera sana.
La adicción como una adaptación al sufrimiento
Gabor Maté plantea que la adicción no es una enfermedad hereditaria o simplemente una alteración cerebral. Es una adaptación, una respuesta que el cuerpo y la mente encuentran para poder sobrevivir emocionalmente.
Desde esta perspectiva, la droga, el alcohol, el juego, incluso el celular o el trabajo excesivo, se convierten en anestésicos. No curan, pero adormecen. No sanan, pero hacen más llevadera la existencia. Aunque sea por unos minutos.
Muchos de los pacientes con adicciones que Maté ha acompañado a lo largo de su carrera, fueron niños que no recibieron validación emocional, que vivieron abusos, negligencia, violencia o simplemente crecieron en entornos donde no se sentían seguros.
Y aquí vale la pena preguntarnos: ¿cómo podríamos esperar que un adulto se relacione de manera sana con el mundo, si de niño no aprendió lo que es el amor seguro, la contención emocional o la autoestima?
La adicción, entonces, no es el enemigo. Es la señal de alarma. Es el grito del alma que no ha sido escuchada. Es, como decía Carl Jung, “una forma de búsqueda espiritual fallida.”

Hablemos un poco de ello… Carl Jung y el vacío espiritual.
Carl Jung, uno de los grandes pioneros de la psicología profunda, también abordó el tema de las adicciones, aunque en su época se hablara más de «alcoholismo». Jung creía que detrás de toda adicción había un vacío del alma, un hueco espiritual.
En una carta famosa que Jung escribió a Bill Wilson, fundador de Alcohólicos Anónimos, le decía lo siguiente:
«El deseo por el alcohol era en realidad el equivalente, a nivel profano, del anhelo espiritual por la totalidad, por el retorno a Dios. El alcohol en latín es ‘spiritus’ y la misma palabra se usa para ‘espíritu’. El uso equivocado de ‘spiritus’ impide la verdadera experiencia espiritual.»
En otras palabras, lo que Jung nos dice es que la adicción no es solo un problema físico o mental, sino también espiritual. Hay algo más profundo que falta. Hay una desconexión del ser.
Y esto resuena con lo que muchas personas sienten: una sensación de vacío, de estar desconectadas de sí mismas, de los demás, del mundo… de algo más grande.
La adicción a la marihuana: un tema que merece mirarse sin prejuicios
Entre las muchas sustancias que pueden generar una relación adictiva, la marihuana es una de las más discutidas. Hay quienes la defienden como una planta sagrada, medicinal y completamente inofensiva. Otros, por el contrario, la ven como una puerta de entrada a problemas graves de salud mental.
La verdad es que, como en casi todo, la clave está en el contexto y en la intención del uso.
La marihuana, en sí misma, no es adictiva en el mismo grado que el alcohol o la heroína. Sin embargo, puede volverse una dependencia emocional cuando se usa de forma crónica para escapar de la realidad, para no enfrentar emociones, para evitar el dolor. Y eso, también es una forma de adicción.
El problema no es la planta. El problema es lo que buscamos en ella. Cuando alguien consume marihuana todos los días, desde que se levanta hasta que se acuesta, no necesariamente está buscando placer. Muchas veces está tratando de no sentir su ansiedad, de calmar su mente, de silenciar su angustia.
¿Y eso no merece compasión en lugar de juicio?
El otro lado del cannabis: cuando la planta se convierte en aliada.
Paradójicamente, así como la marihuana puede convertirse en una adicción cuando se usa de forma inconsciente o abusiva, también puede ser una herramienta terapéutica poderosa cuando se utiliza con responsabilidad, bajo acompañamiento y con fines medicinales.
Uno de los compuestos más interesantes del cannabis es el CBD, o cannabidiol. A diferencia del THC, que es el principal responsable del efecto psicoactivo, el CBD no genera “colocón”, no produce euforia ni altera la percepción de la realidad.
Lo que sí hace, y de manera muy efectiva, es regular el sistema endocannabinoide, que está íntimamente ligado a funciones como el sueño, el apetito, el dolor y, muy especialmente, el estado de ánimo.
Diversos estudios han demostrado que el CBD puede ayudar a reducir la ansiedad, el insomnio, el estrés y los síntomas de abstinencia en personas que están dejando sustancias como el alcohol, el tabaco, los opioides e incluso la marihuana.
Además, el CBD tiene propiedades neuroprotectoras, antiinflamatorias y ansiolíticas, lo que lo convierte en un complemento natural para procesos de desintoxicación, acompañamiento emocional y regulación del sistema nervioso.
En Cannamedicol, donde promovemos el uso consciente y responsable del cannabis medicinal, hemos visto cómo el CBD se convierte en un puente hacia la estabilidad, la calma interior y la reconexión con uno mismo.
Porque a veces, para sanar, no basta con dejar la sustancia. Hay que entender el dolor que llevó a buscarla.

Más allá del síntoma: sanar la raíz
Gabor Maté insiste en que no se trata simplemente de “dejar la droga”. Eso es solo el comienzo. La verdadera sanación ocurre cuando se atiende el trauma, cuando se reconstruyen los vínculos, cuando se desarrolla una nueva narrativa sobre quién soy y qué merezco.
Y en ese camino, el acompañamiento emocional, la terapia, el apoyo comunitario y, en algunos casos, el uso de herramientas como el cannabis medicinal, pueden marcar una diferencia profunda.
Carl Jung lo resumía de forma brillante: “Nadie se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad.”
Es decir, no se trata de negar nuestras sombras, sino de reconocerlas, abrazarlas y comprender lo que intentan decirnos. Porque detrás de cada adicción hay una historia que necesita ser contada. Un dolor que necesita ser escuchado. Una parte de nosotros que clama por amor, compasión y aceptación.
Volver a casa: la espiritualidad como parte de la sanación
Muchas personas que han superado una adicción coinciden en algo: lo lograron cuando encontraron algo más grande que ellos mismos. No necesariamente una religión, pero sí una conexión espiritual. Un sentido profundo. Un propósito.
Porque cuando el alma se siente nutrida, la necesidad de anestesiarse disminuye. Cuando hay comunidad, amor, vínculos sanos, autocuidado y sentido de vida… la adicción pierde fuerza.
La espiritualidad, entonces, no es un lujo ni una fantasía. Es parte esencial del proceso de sanación. Como lo entendieron los fundadores de Alcohólicos Anónimos. Como lo entendió Jung. Como lo recuerda Gabor Maté una y otra vez.
Un nuevo comienzo es posible
La adicción no define a nadie. Es solo un capítulo en una historia mucho más grande. Y todos, absolutamente todos, merecemos una segunda oportunidad. Una tercera. Las que sean necesarias.
Si tú, o alguien que conoces, está atravesando un proceso de adicción, no estás solo. Existen caminos, hay herramientas, hay personas que pueden ayudarte.
Y entre esos caminos, el cannabis medicinal —bien utilizado— puede ser un aliado poderoso. El CBD, en particular, puede ayudarte a regular tu ansiedad, mejorar tu sueño y comenzar a escuchar tu cuerpo con más claridad.
Pero recuerda: la sustancia no es la solución. Es solo una herramienta. La verdadera transformación ocurre cuando decidimos mirarnos con amor, con compasión y con compromiso.
Porque sanar no es volver a lo que éramos antes. Es convertirnos en quienes siempre estuvimos destinados a ser.