¡Nunca más volverás a comer azúcar después de ver esto!

Quizá quieras pausar este video y tomar tu última dosis antes de que revele información sumamente interesante. Cuanto más consciente estés de lo que el azúcar hace en tu cuerpo, menos probabilidades tendrás de consumirlo en exceso. Es sorprendente ver a personas a nuestro alrededor consumiendo cantidades excesivas de azúcar sin saber realmente los efectos que tiene en su organismo. Esto se debe, en gran medida, a la falta de conciencia sobre el tema.

Todos estamos familiarizados con los efectos más evidentes del consumo excesivo de azúcar, como el aumento de peso, las caries dentales, el colesterol alto y la hipertensión. Sin embargo, hay mucho más que necesitas saber sobre lo que ocurre dentro de tu cuerpo cuando consumes azúcar en exceso.

Hola y bienvenido a una nueva nota de cannamedicol. Para nosotros es un placer tenerte de nuevo con nosotros abordando temas importantes sobre nuestra salud.

¿Sabías que la mayoría de las enfermedades que enfrentamos son en realidad enfermedades metabólicas? Esto significa que están relacionadas con el funcionamiento de nuestro metabolismo, específicamente con nuestras mitocondrias. Las mitocondrias son las estructuras dentro de nuestras células responsables de producir energía.

La disfunción mitocondrial es la causa subyacente de la mayoría de las enfermedades no infecciosas, incluyendo enfermedades cardíacas, cáncer, Alzheimer, diabetes tipo 2, enfermedades renales, hepáticas; entre otras. Incluso las células normales pueden llegar a convertirse en cancerosas, debido a mitocondrias dañadas. Es decir, es imposible tener cáncer a menos que haya un daño en las mitocondrias.

¿Qué causa esta disfunción mitocondrial?

Entre las muchas cosas que pueden dañar las mitocondrias, el azúcar y los alimentos que se convierten rápidamente en azúcar en el cuerpo, como los carbohidratos refinados, están en la cima de la lista. Esto incluye alimentos como harinas, pan, pasta, cereales, galletas, magdalenas, gofres, panqueques, muffins y similares.

Es importante destacar que la mayoría del azúcar consumida proviene de la remolacha, y la mayoría de las remolachas cultivadas son transgénicas. Esto significa que el azúcar refinado que consumimos puede contener trazas de glifosato, un herbicida que puede tener efectos dañinos para la salud. Además, la cantidad de fructosa que consumimos a través de bebidas azucaradas y jarabe de maíz es muy diferente a la glucosa y solo puede ser metabolizada por el hígado, lo que puede causar problemas metabólicos.

Cuando consumimos grandes cantidades de fructosa, sobrecargamos el hígado y las mitocondrias que residen en su interior. Es importante entender que la fructosa, a diferencia de la glucosa, pone una carga adicional en nuestro sistema, ya que es metabolizada principalmente por el hígado. Incluso el azúcar de mesa, que es una mezcla de glucosa y fructosa, y la miel, aunque natural, carecen de los antioxidantes presentes en el azúcar de caña o en la fruta fresca.

¿Cómo afecta esto a nuestras mitocondrias?  

Cuando consumimos grandes cantidades de azúcar, ya sea en forma de glucosa o de fructosa, las mitocondrias se ven afectadas negativamente. Las mitocondrias son como pequeñas centrales eléctricas dentro de nuestras células, cuyo propósito es convertir el combustible en energía con la ayuda del oxígeno. Cuando una mitocondria no puede utilizar eficientemente el oxígeno, se crea un ambiente hipóxico, bajo en oxígeno, que conduce a la formación de especies reactivas .

Estas especies reactivas de oxígeno, o radicales libres, pueden causar daño a nuestras células. Con el tiempo, este daño oxidativo puede desencadenar una serie de complicaciones, como resistencia a la insulina, inflamación crónica y mutaciones en el ADN mitocondrial. Las mitocondrias tienen su propio ADN, lo que las hace únicas en comparación con otras estructuras celulares.

Sin embargo, cuando consumimos excesivas cantidades de azúcar, ponemos en riesgo esta relación simbiótica. El daño a las mitocondrias puede provocar una disminución en su número y en su capacidad para producir energía de manera eficiente. Esto puede tener consecuencias graves para nuestra salud, ya que la disfunción mitocondrial está relacionada con una serie de enfermedades crónicas, como la diabetes, enfermedades neurodegenerativas y enfermedades cardiovasculares.

En el caso del Alzheimer, la incapacidad de las mitocondrias para producir energía adecuadamente conduce a un deterioro cognitivo progresivo. En el cáncer, las células desarrollan mecanismos de supervivencia alternativos para obtener combustible fuera de las mitocondrias, lo que contribuye al crecimiento tumoral.

Este estrés oxidativo resultante de las mitocondrias dañadas se debe a un desequilibrio entre la oxidación y la capacidad antioxidante en el cuerpo. Los carbohidratos refinados, ricos en azúcares simples, contribuyen a este desequilibrio al proporcionar grandes cantidades de azúcar sin los antioxidantes naturales presentes en los alimentos integrales.

La relación entre el consumo de azúcar y el riesgo de diabetes se ve exacerbada por el impacto del azúcar en las proteínas en la sangre. El azúcar reacciona con estas proteínas, formando productos finales de glicación avanzada (AGE), que contribuyen a la inflamación y el daño celular.

Además, el consumo excesivo de azúcar puede agotar los niveles de tiamina (vitamina B1) en el cuerpo. La tiamina es crucial para el funcionamiento adecuado de las mitocondrias y una deficiencia de esta vitamina puede tener consecuencias graves, como la neuropatía periférica, que causa daño nervioso y síntomas como entumecimiento y hormigueo en las extremidades.

Es evidente que el exceso de azúcar puede desencadenar una serie de complicaciones, incluyendo problemas relacionados con las mitocondrias, las cuales son fundamentales para la producción de energía en nuestras células. Aparte de las complicaciones asociadas con los altos niveles de azúcar, como la deficiencia de B1, también se presentan otros problemas como ansiedad, tensión nerviosa, insomnio y daño nervioso en diversas partes del cuerpo. Además, el zinc, esencial para el funcionamiento adecuado de las mitocondrias, también se agota con el consumo excesivo de azúcar refinada.

Por tanto, es crucial reflexionar sobre nuestras elecciones alimenticias y su impacto en la salud mitocondrial. Considera cómo cada dona o barra de dulces afecta la funcionalidad de estas estructuras celulares tan importantes. 

¿Cómo podemos mejorar la salud de nuestras mitocondrias? 

Una dieta baja en carbohidratos, como la dieta cetogénica, puede ser un buen comienzo. Eliminar el azúcar y los carbohidratos refinados puede llevar a mejoras inmediatas, evitando el agotamiento de nutrientes esenciales como la B1 y el zinc.

Además de la dieta, el ejercicio desempeña un papel crucial en la salud mitocondrial. El entrenamiento intervalado de alta intensidad, junto con otros tipos de ejercicio, puede estimular y fortalecer las mitocondrias. Es interesante notar cómo algunos atletas de resistencia pueden tolerar grandes cantidades de carbohidratos y azúcar debido al efecto beneficioso del ejercicio en la función mitocondrial. Sin embargo, esto no debería ser una excusa para el consumo excesivo de azúcar, ya que muchos atletas experimentan efectos secundarios negativos a largo plazo.

¿Y cómo el cannabis podría ayudar a mejorar nuestras mitocondrias? 

Es esencial considerar el contexto histórico y cómo nuestros hábitos alimenticios han evolucionado. Si bien es cierto que las personas de hace 100 años tenían dietas relativamente más saludables en comparación con la actualidad, también enfrentaban desafíos similares relacionados con el consumo de productos de harina y azúcar añadida

Vale la pena explorar cómo el cannabis podría desempeñar un papel beneficioso en las enfermedades relacionadas con la disfunción mitocondrial, especialmente en el contexto de la diabetes o la regulación del azúcar en la sangre.

El cannabis, particularmente el cannabidiol (CBD) y el tetrahidrocannabinol (THC), ha demostrado tener propiedades antioxidantes y antiinflamatorias que podrían ayudar a contrarrestar el estrés oxidativo y la inflamación asociados con la disfunción mitocondrial. Estos compuestos fitoquímicos podrían proteger las mitocondrias del daño oxidativo y ayudar a preservar su función óptima.

En el caso de la diabetes, se ha sugerido que el cannabis podría tener efectos beneficiosos en el control de la glucosa en sangre y la sensibilidad a la insulina. Algunos estudios preclínicos han encontrado que el CBD puede mejorar la tolerancia a la glucosa y reducir la resistencia a la insulina en modelos animales de diabetes. Además, se ha demostrado que el THC puede reducir la resistencia a la insulina y mejorar el metabolismo de la glucosa en pacientes con diabetes tipo 2.

Además de sus efectos directos sobre la regulación del azúcar en sangre, el cannabis también podría ayudar a aliviar los síntomas asociados con la neuropatía diabética, como el dolor neuropático y el entumecimiento, mediante su acción analgésica y neuroprotectora.

Es importante tener en cuenta que la investigación sobre el uso del cannabis en el tratamiento de la diabetes y otras enfermedades metabólicas está en sus primeras etapas, y se necesitan más estudios clínicos para comprender completamente sus efectos y determinar la dosis y la forma de administración más efectivas.

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