En el año 2022, Elon Musk toma una decisión audaz al adquirir Twitter por una cantidad exorbitante, marcando un hito financiero con «dineral» escrito con «b» de billones. Con esta compra, promete devolver la libertad de expresión a Twitter, desatando una avalancha de comentarios racistas y provocando un caos en las marcas que pagaban por publicidad.
Elon propone un cambio radical: Twitter no puede depender únicamente de la publicidad. La solución: introducir una suscripción de $8 dólares que permite a todos obtener la famosa palomita azul de verificación. Es en este punto donde nuestro primer héroe sin capa entra en escena: un ciudadano anónimo invierte grandes sumas para hacerse pasar por Ila y Lily, las farmacéuticas, y tuitea la emocionante noticia de que la insulina será gratuita desde una cuenta verificada.
La empresa intenta aclarar el malentendido y se disculpa por la confusión, pero el daño ya está hecho. Este tweet falso provoca una caída de 15 billones en las acciones de Ila y Lily, generando caos entre los inversionistas.
Aprovechando la oportunidad, Elon Musk no puede resistirse y comparte su opinión sobre Twitter, la publicidad y la insulina. Bernie Sanders también se une al debate, criticando el aumento del precio de la insulina y defendiendo el acceso asequible a la salud.
La trama nos lleva a la importancia de la insulina, una hormona crucial producida por el páncreas para regular el metabolismo. A través de explicaciones detalladas, exploramos los desafíos que enfrentan las personas con diabetes, destacando los dos tipos principales y la necesidad constante de insulina para aquellos con diabetes tipo 1.
La historia da un giro histórico al recordar la creación de la insulina en 1923 por científicos altruistas de la Universidad de Toronto: Banting, Collip y Best. A diferencia de las expectativas, estos científicos decidieron vender la patente por un dólar a la universidad para hacer la insulina accesible para todos. La clave aquí es que no buscaron enriquecerse, creían que la insulina pertenecía a la humanidad.
En el desarrollo temporal, se destaca la evolución de la producción de insulina. Aunque ahora es mil veces más barato producirla que en 1923, los precios se han disparado exponencialmente desde 1996, especialmente en Estados Unidos. Se desmitifica la noción de que los costos de producción y logística justifican los precios elevados, ya que la insulina se produce de manera eficiente utilizando tecnologías modernas.
El relato concluye cuestionando la ética de las farmacéuticas, señalando que el problema no es la necesidad de ganancias, sino la prioridad dada a la inversión en marketing y acciones en lugar de investigación y desarrollo. Se refutan argumentos comunes sobre la necesidad de altos precios para fomentar la innovación, mostrando que las prácticas actuales benefician más a los inversionistas que a los pacientes.
La historia subraya la importancia de cuestionar por qué la salud, un derecho humano, tiene costos tan elevados.
¡Hola! Soy Carlos Villada de cannamedicol, y me complace tenerte aquí. En esta oportunidad hablaremos sobre la diabetes
Pero antes de continuar y revelarte información muy valiosa sobre un producto que ha causado importantes beneficios para el tratamiento de la diabetes, me gustaría que nos des un like y de paso te suscribas para que estés al tanto de nuestro contenido.
Hablemos sobre el papel emergente del cannabis medicinal y su potencial impacto en enfermedades como la diabetes. Si bien la discusión en torno al cannabis ha sido históricamente controvertida, estudios recientes sugieren que sus propiedades terapéuticas podrían ofrecer un enfoque revolucionario para el manejo de condiciones crónicas como ésta.
El cannabis, conocido por sus compuestos activos llamados cannabinoides, ha capturado la atención de la comunidad científica debido a su capacidad para interactuar con el sistema endocannabinoide del cuerpo. Este sistema, involucrado en la regulación de funciones como el metabolismo y la respuesta inmune, podría desempeñar un papel clave en el manejo de esta.
Investigaciones preliminares han revelado que ciertos cannabinoides, como el cannabidiol (CBD) y el tetrahidrocannabinol (THC), podrían tener propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Estas propiedades son cruciales en el contexto de la diabetes, una enfermedad en la que la inflamación crónica y el estrés oxidativo desempeñan un papel significativo en el desarrollo de complicaciones.
Es fundamental comprender que el cannabis medicinal no se presenta como una panacea, sino más bien como una opción complementaria en el arsenal terapéutico.
Los estudios indican que el CBD, por ejemplo, podría ayudar a mejorar la sensibilidad a la insulina y regular los niveles de glucosa en sangre. Además, su capacidad para mitigar la inflamación podría ofrecer beneficios adicionales en la gestión de la diabetes tipo 2.
El THC, por otro lado, ha mostrado potencial para aliviar el dolor neuropático asociado con la neuropatía diabética, una complicación común de la diabetes. Este descubrimiento no solo podría mejorar la calidad de vida de los pacientes, sino también reducir la dependencia de analgésicos tradicionales que a menudo vienen con efectos secundarios no deseados.
Cada individuo responde de manera única a los cannabinoides, lo que subraya la importancia de una atención médica personalizada y supervisada. La consulta con profesionales de la salud es esencial antes de considerar cualquier enfoque alternativo, como el cannabis medicinal, en el tratamiento de la diabetes.
Recuerda que en cannamedicol contamos con asesorías gratuitas sobre el cannabis medicinal. Nuestros expertos en el tema resolverán tus dudas o inquietudes ¡Comunícate con nosotros!
Ahora hablemos un poco sobre los Costos en el Mundo de las Farmacéuticas: Desmitificando el Negocio
En el fascinante universo de las farmacéuticas, se dice que son un negocio y, francamente, nadie se aventura en este terreno sin una billetera bien cargada. Este argumento, aunque válido, revela una realidad que va más allá de la aparente bonanza que rodea a este sector.
A medida que exploramos los meandros de las farmacéuticas, surge la pregunta: ¿realmente están convirtiendo en millonarios a sus investigadores, laboratoristas y empleados de planta? La respuesta, sorprendentemente, nos lleva por un camino diferente. Si bien la industria farmacéutica ofrece salarios decentes, algo que debería ser una norma en todas las industrias, las grandes sumas de dinero que fluyen no siempre llegan a manos de aquellos que realmente se esfuerzan por impulsar la innovación.
Es aquí donde se revela una verdad incómoda: los verdaderos beneficiarios de los éxitos farmacéuticos son los inversionistas y altos ejecutivos. Los CEOs de algunas de estas compañías ostentan salarios entre los más altos del mundo, mientras que aquellos que trabajan incansablemente en la base, muchas veces, no comparten igualmente los frutos de su esfuerzo.
Hablemos del impacto de la innovación. Se argumenta que los grandes incentivos son necesarios para fomentar la investigación y el desarrollo. Pero, ¿realmente son las farmacéuticas las únicas impulsoras de la innovación? Las universidades están repletas de investigadores ávidos de comprender el mundo, y lo que falta, más que incentivos, son recursos para abrir más plazas dedicadas a aquellos que desean dedicar su vida a la investigación. Curiosamente, algunas farmacéuticas se benefician de la innovación realizada en universidades, utilizando recursos públicos.
Sin embargo, la sombra de la avaricia se cierne cuando observamos cómo se invierten recursos considerables en ajustes mínimos en patentes, con el único propósito de extender su control sobre tratamientos existentes. Este juego de cambiar puntos y comas en patentes permite a las farmacéuticas mantener altos precios y bloquear la entrada de competidores que podrían ofrecer tratamientos más asequibles.
¿Y, donde queda el supuesto «libre mercado»? ¿por qué no crear farmacéuticas que ofrezcan medicamentos más económicos? Aquí es donde la realidad choca con la teoría.
Podríamos pensar que estas problemáticas son lejanas a nuestra realidad en Latinoamérica, pero la verdad es que debemos prestar atención a lo que sucede en el norte. El sistema de salud en México ya muestra signos de debilidad, con menos recursos y servicios deteriorados. La iniciativa privada gana terreno, empoderando a las aseguradoras, y si no corregimos el rumbo pronto, podríamos encontrarnos dependiendo de donaciones para tratamientos básicos.
La falta de disponibilidad de medicamentos es otro problema creciente. La escasa planificación, combinada con la falta de recursos, lleva a compras independientes por parte de las dependencias, aumentando las adjudicaciones directas y, en última instancia, poniendo en riesgo la salud de millones de personas.
En este viaje por los entresijos de las farmacéuticas, nos enfrentamos a un dilema. Las corporaciones farmacéuticas no son inherentemente malas, pero su enfoque capitalista, desprovisto de regulaciones efectivas, puede conducir a consecuencias devastadoras para la salud pública. Es imperativo cuestionar por qué el acceso a la salud, un derecho humano fundamental, se ve comprometido por intereses económicos.
El cierre de este viaje nos lleva a un rayo de esperanza. La reciente reducción del precio de la insulina en un 70% por parte de una importante farmacéutica es un recordatorio poderoso de que las quejas y la acción colectiva pueden generar cambios positivos. No debemos aceptar pasivamente las condiciones actuales; en cambio, debemos desafiar y cuestionar para construir un sistema de salud más justo y accesible para todos.