A menudo, pasamos por alto la sorprendente actividad que ocurre en nuestro cuerpo a cada instante, y rara vez nos detenemos a considerar la maravilla de cómo todo se mantiene en equilibrio.
Con cada segundo que dedicas a disfrutar de este contenido, millones de células en tu organismo se multiplican, trabajando incansablemente para regenerar tus tejidos. Mantienen un delicado equilibrio entre las células que mueren y las que nacen.
Sin embargo, esta maquinaria asombrosa es imperfecta. A veces, este equilibrio se rompe y una célula comienza a dividirse de manera descontrolada, arrasando con todo a su paso y dando lugar a una de las enfermedades más temidas en todo el mundo: el cáncer.
Seguro que todos hemos oído hablar del cáncer en alguna ocasión, pero ¿entendemos por qué ocurre? ¿Qué convierte a una célula normal en cancerosa? ¿Y por qué decimos que las células cancerosas son «inmortales»?
Hoy, en Cannamedicol, vamos a explorar tres claves fundamentales para comprender el cáncer.
En primer lugar, es importante aclarar que el cáncer no es una sola enfermedad, sino un grupo de enfermedades. De hecho, existen más de 100 tipos diferentes de cáncer. Esto tiene sentido si consideramos que nuestro cuerpo está compuesto por una gran variedad de tipos de células, y cada cáncer es único según el tejido en el que se origina. Por lo tanto, un cáncer de mama no se comportará de la misma manera que un cáncer de piel o un cáncer de hueso. Cada uno tiene sus propias características de crecimiento, propagación y tratamiento.
Entonces, ¿por qué los agrupamos bajo el término «cáncer»? La razón es que, independientemente de su tipo, todos estos cánceres comparten una característica común: el crecimiento descontrolado de las células. Esto nos lleva a la primera clave para entender el cáncer:
Las células cancerosas se dividen sin control.
En condiciones normales, las células se dividen de manera regulada para mantener y renovar nuestros tejidos. Este proceso está finamente orquestado por nuestros genes. Sin embargo, en el cáncer, los genes que regulan la proliferación celular sufren mutaciones o alteraciones, lo que lleva a que las células pierdan el control y comiencen a dividirse de manera desenfrenada.
Las causas de estas mutaciones son variadas, incluyendo errores naturales al copiar el ADN, factores externos como el tabaco o la exposición a los rayos UV del sol, e incluso predisposición genética heredada. Específicamente, dos tipos de genes están involucrados en el cáncer: los protooncogenes, que estimulan la división celular, y los genes supresores de tumores, que la frenan. Puedes pensar en los protooncogenes como el acelerador de un coche y en los oncogenes, su versión descontrolada.
Por otro lado, los genes supresores de tumores actúan como frenos en el proceso de división celular. Uno de los más conocidos es el p53, también llamado «el guardián del genoma«. P53 actúa como un vigilante en la célula, deteniendo la división cuando detecta daño en el ADN. Si el daño es irreparable, induce la muerte de la célula para evitar problemas graves.
En el cáncer, estos genes supresores de tumores sufren mutaciones y dejan de funcionar correctamente, permitiendo que las células cancerosas se dividan sin restricciones.
Pero el cáncer es más que una simple proliferación descontrolada. Las células cancerosas son notables en otro aspecto, lo que nos lleva a nuestra segunda clave para entender el cáncer:
Las células cancerosas son inmortales.
Imagina que tienes un coche viejo y oxidado que ya no funciona, ocupando un espacio en un estacionamiento que pagas mensualmente. ¿Qué harías con él? ¿Lo dejarías allí ocupando espacio o lo llevarías al desguace para reciclarlo? La respuesta obvia es la segunda opción.
De manera similar, las células de nuestro cuerpo, cuando están dañadas o ya no son necesarias, no se quedan ocupando espacio. En su lugar, llevan a cabo un proceso conocido como «muerte celular programada» o apoptosis, una parte esencial de nuestro organismo. La apoptosis ayuda a dar forma a las estructuras de nuestro cuerpo durante el desarrollo embrionario, como cuando los dedos se separan en la mano.
¿Cómo funciona la apoptosis?
Cuando una célula necesita morir, inicia una serie de pasos cuidadosamente orquestados: la célula se contrae y se condensa, su ADN se rompe en fragmentos y, finalmente, se descompone en pequeños paquetes llamados «cuerpos apoptóticos«. Esto es similar a desmembrar un cadáver y envolver los restos en paquetes esféricos. Para garantizar que este proceso sea limpio, las células del sistema inmunológico se encargan de eliminar los restos, dejando todo impecable.
La apoptosis es esencial para mantener el equilibrio en nuestro cuerpo, eliminando las células innecesarias o potencialmente peligrosas. Pero, ¿qué sucede si una célula, a pesar de acumular mutaciones y daños, pierde la capacidad de morir por el bien del organismo? En ese caso, se convierte en una célula cancerosa.
No sorprende que las células cancerosas también tengan mutaciones en los genes que regulan la apoptosis. Un ejemplo conocido es p53, que, cuando detecta daño irreparable en una célula, la lleva a la muerte por apoptosis. Sin embargo, si p53 está mutado, la célula cancerosa evade la muerte.
Esta es la razón por la que decimos que las células cancerosas son «inmortales». No solo se dividen sin control, ignorando las señales de su entorno, sino que también son resistentes a las señales que normalmente las llevarían a autodestruirse.
Pero eso no es todo. Las células cancerosas tienen otra característica que les confiere esta «inmortalidad»: la activación de la proteína telomerasa. Así como en el envejecimiento, nuestros cromosomas terminan en estructuras llamadas telómeros, que se acortan con cada división celular. Cuando los telómeros se vuelven demasiado cortos, la célula decide dejar de dividirse o incluso autodestruirse. Sin embargo, las células cancerosas, gracias a la telomerasa, pueden alargar sus telómeros en cada división celular, lo que les permite replicarse indefinidamente y, en esencia, volverse «inmortales».
Para aclarar, cuando decimos que las células cancerosas son «inmortales», no significa que nunca mueran. De hecho, las células dentro de un tumor mueren con bastante frecuencia, ya que compiten por oxígeno y nutrientes limitados. Cuando decimos que son «inmortales», nos referimos a su capacidad para evadir las señales que normalmente las llevarían a morir antes de que lleguen a ese punto.
Por último, más allá de su «inmortalidad» y su capacidad ilimitada de replicación, una de las características más peligrosas y menos comprendidas del cáncer es su capacidad para invadir otros tejidos.
Las células cancerosas son invasoras
Para entender esto, es importante diferenciar entre un tumor benigno y un tumor maligno. Un tumor benigno es un crecimiento anormal de células que se encuentra localizado, es decir, no se propaga a otras partes del cuerpo. Aunque los tumores benignos pueden crecer y ejercer presión sobre los tejidos y vasos circundantes, generalmente se pueden extirpar.
Por otro lado, un tumor maligno es un tumor que tiene la capacidad de escapar del tejido donde se originó e invadir otros tejidos, lo que se conoce como metástasis. La metástasis es un proceso complejo y poco comprendido, pero intentaremos simplificarlo.
Para que una célula cancerosa haga metástasis, necesita realizar tres pasos importantes. Primero, debe separarse de las células vecinas, lo cual es posible gracias a mutaciones que rompen las conexiones celulares normales.
Luego, la célula cancerosa debe ingresar en la circulación sanguínea o linfática. Esto se logra al atravesar las paredes de los vasos sanguíneos o linfáticos. Si lo logra, la célula cancerosa puede viajar prácticamente a cualquier parte del cuerpo.
La última etapa de la metástasis implica salir de la circulación, establecerse en un nuevo tejido y formar allí un nuevo tumor. En este punto, podemos decir que el cáncer ha hecho metástasis. Cuanto más se ha extendido un cáncer, más difícil es eliminarlo mediante cirugía o radiación localizada. Esta es la razón por la que las metástasis son tan peligrosas y responsables del 90% de las muertes por cáncer.
A pesar de su peligrosidad, la metástasis no es un proceso sencillo. Se estima que sólo una entre miles o incluso millones de células cancerosas ingresa en la circulación sanguínea, y solo una de cada mil células malignas que entran en la circulación logra establecerse en un nuevo tejido y formar un tumor secundario detectable.
Cannabis Medicinal y el Cáncer
El cannabis medicinal ha sido objeto de un creciente interés en el campo de la oncología debido a su potencial para brindar beneficios en el tratamiento del cáncer. Aunque la investigación sobre este tema está en sus primeras etapas y se necesita más evidencia científica, se han identificado varios aspectos prometedores.
En primer lugar, algunos estudios sugieren que ciertos compuestos del cannabis, como el cannabidiol (CBD) y el tetrahidrocannabinol (THC), podrían tener propiedades que ayuden a controlar el dolor y la inflamación, dos problemas comunes en pacientes con cáncer. Esto podría mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes al proporcionar alivio a síntomas debilitantes.
Además, el cannabis medicinal ha demostrado tener propiedades antieméticas, lo que significa que podría ayudar a reducir las náuseas y los vómitos asociados con la quimioterapia, un tratamiento común contra el cáncer. Esto podría permitir que los pacientes toleren mejor sus terapias y mantengan un adecuado estado nutricional durante el tratamiento.
Otro aspecto interesante es el potencial efecto antitumoral de algunos cannabinoides. Algunos estudios preclínicos han sugerido que ciertos compuestos del cannabis podrían inhibir el crecimiento de células cancerosas o incluso inducir su muerte programada, lo que podría ser un enfoque innovador para el tratamiento del cáncer en el futuro.
Además de los efectos directos sobre el cáncer, el cannabis medicinal también puede ser beneficioso en el manejo de los síntomas psicológicos y emocionales relacionados con la enfermedad, como la ansiedad y la depresión. Esto podría contribuir a mejorar la salud mental de los pacientes durante su lucha contra el cáncer.
En resumen, a lo largo de esta nota, hemos explorado cómo una célula normal de nuestro cuerpo se transforma progresivamente, acumulando mutaciones y alteraciones.
El cáncer es un proceso complejo que involucra la proliferación descontrolada de células, su «inmortalidad» debido a la resistencia a la apoptosis y la activación de la telomerasa, así como su capacidad para invadir otros tejidos a través de la metástasis. Detectar el cáncer temprano es crucial, ya que las metástasis son responsables de la mayoría de las muertes por esta enfermedad.